La editorial Traficante de Sueños se ha puesto en contacto con colectivos de la Escuela de Arquitectura de Madrid interesados en temas de ciudad para plantear la posibilidad de hacer unas jornadas sobre el libro "Postmetrólis" del profesor Soja. Incorporamos al blog la reseña de Jose Luis Fernández Casadevante, que apareció en la revista Papeles junto con el link en el que os podreis descargar el texto completo para poder discutir en este foro acerca de la participación del colectivo NE.RE.AS en las futuras jornadas.
José Luis Fernádez Casadevante
Postmetrópolis. Edward Soja
Ed. Traficantes de Sueños. Madrid 2008
Postmetrópolis no es un texto convencional pues está orientado a entablar un diálogo desde el urbanismo con otras disciplinas académicas (sociología, economía, historia…) y con corrientes de pensamiento crítico cercanas a los movimientos sociales urbanos. A la vez que, simultáneamente, supone un estímulo, una invitación, a urbanistas de profesión para que se acerquen con otros ojos a las recientes transformaciones urbanas.
Una obra arriesgada pues encierra en su interior una triple intencionalidad encargada de vertebrar el texto: reescribir una historia del urbanismo que contemple en primer lugar el papel y las implicaciones de las transformaciones socioespaciales, analizar las principales variables que están transformando las metrópolis actuales y ofrecer una compleja y panorámica visión tanto de la revuelta, como de los impactos sociales de un levantamiento como el que sacudió la ciudad de Los Angeles en 1992.
Estas tres miradas diferenciadas tratan de interconectar las distintas dimensiones de la realidad de las grandes ciudades actuales y las principales tensiones que recorren sus calles. Acercamientos arriesgados y provocadores, desarrollos conceptuales que sintetizaremos siguiendo el mismo esquema planteado en el libro.
El primer apartado, titulado Recartografiar la geohistoria del espacio urbano, arranca defendiendo la imposibilidad de separar la geografía de la historia, pues la dimensión espacial es lo que permite materializar y contextualizar las relaciones sociales. Dos ideas fuerza orientan este trabajo, por un lado, el concepto de sinecismo, entendido como “la chispa” que genera la innovación y favorece la creatividad social y económica debido al hecho de vivir junto a otras personas. Una sinergia forjada por la proximidad espacial y las posibilidades que esta brinda. Por otro lado, encontramos la noción de regionalidad del espacio urbano, como forma de describir las interacciones históricas de un espacio central con asentamientos periféricos con los que mantiene relación. “Asentamientos jerarquizados en términos de tamaño, ubicación relativa y distribución de las funciones de servicios”. Poniéndo énfasis en la imposibilidad de comprender la dinámica de una ciudad sin ponerla en relación con el resto del territorio con el que mantiene relaciones políticas, comerciales o ecológicas.
Partiendo de estas premisas rastrea la historia de las agregaciones humanas que devinieron en lo que se considera las primeras ciudades, en una suerte de urbanismo del neolítico que nos lleva a Jericó o Catal Huyuk. Mostrando como “desde el principio las ciudades son consideradas centros de innovación, lugares donde la proximidad densa y la copresencia interdependiente constituyen importantes rasgos modeladores de la vida cotidiana, del desarrollo humano y de la continuidad social”.(47)
Posteriormente se traslada a la denominada Segunda Revolución Urbana con la fundación de las primeras ciudades-Estado, primeramente vinculada a los asentamientos en las orillas fértiles de los ríos de Egipto, Persia, India y China, pasando posteriormente a Europa. “Durante la Primera Revolución Urbana, el sinecismo funcionó fundamentalmente en la esfera de la producción social, promoviendo su radical transformación a través de la invención de la agricultura (cultivo y cría de animales), la creación de formas especializadas de trabajo manual y el desarrollo de redes de comercio. En la Segunda Revolución Urbana, el sinecismo continúo en la innovación tecnológica de la agricultura, pero se concentró en la esfera de la reproducción social, generando una revolución esencialmente política que giró en torno a las innovaciones en la gubernamentalidad geográfica, haciendo posible el mantenimiento y la administración de sociedades y culturas cohesionadas cuyo tamaño demográfico y alcance territorial no tenían precedentes”. 104.
Las ciudades se consolidaron como espacios centrales, donde se concentraban tanto la autoridad y el poder de gobierno, como las universidades y las expresiones artísticas. Un proceso que nos lleva a la considerada Tercera Revolución Urbana, en la que de una manera simbiótica, la industrialización se extiende de mano de los procesos de urbanización durante el siglo XIX. Una extensión cuantitativa (más población habitando entornos urbanos, mayor número de ciudades, crecimiento mediante ensanches, anexiones de municipios, nuevos desarrollos…) y cualitativa (mayor zonificación de usos de la ciudad, influencia determinante de las dinámicas en áreas limítrofes no urbanas, planificación del crecimiento urbano…).
Desde los entornos urbanos se lideraron los cambios en la institucionalidad de nuevas formas de gobierno, asociadas a la fundación y desarrollo tanto del Estado-nación como de las nuevas estructuras productivas. Estas confluencias provocaron el surgimiento de las primeras metrópolis industriales, analizando de una manera detallada dos casos considerados paradigmáticos, el de Manchester durante la primera mitad de siglo XIX y el de Chicago en la segunda. Dos metrópolis industriales donde se evidenciaron las tensiones y conflictos urbanos (segregación espacial por clases, dinámicas de expulsión del centro de las ciudades de las clases populares, construcción de suburbios conectados para las élites, problemas de salubridad, de toxicidad por las industrias…). Siendo lógico que en ambas ciudades se fundaran las primeras escuelas de estudios urbanos para tratar de comprender dichas dinámicas.
Este apartado acaba con una reflexión sobre la crisis urbana del modelo metropolitano iniciada en torno a 1960, recorriendo la obra de autores como M. Castells, D. Harvey o H. Lefebvre. Describiendo la ciudad como “una máquina generadora de desigualdades por su propia naturaleza, creando así un terreno fértil para el empeoramiento acumulativo de las injusticias, en el contexto de las geografías urbanas y de las interrelaciones de los procesos sociales y las formas espaciales”(165). Incluyendo la atención a la creciente complejidad urbana, ejemplificada en la superposición de problemas relacionados con los estilos de vida, las subculturas urbanas y sus usos diferenciados del espacio, la perdida de la dimensión comunitaria de los barrios, la cuestión racial y étnica, las luchas de los movimientos sociales urbanos por los equipamientos colectivos, la vivienda o la dignificación del paisaje urbano.
Esta crisis lleva a E. Soja a reconocer la dificultad de describir y comprender las dinámicas metropolitanas de una manera similar a como se habían estudiado después de la Segunda Guerra Mundial. El concepto de Postmetrópolis, sería una propuesta por nombrar las distintas innovaciones (sociales, culturales, económicas…) que van surgiendo en el espacio metropolitano, especialmente a partir de finales de los años 80. Enlazando con el segundo apartado del libro, titulado Seis discursos sobre la Postmetrópolis.
En La metrópolis industrial postfordista, analiza los impactos de la reestructuración industrial (deslocalización de las tareas intensivas en mano de obra, manteniendo los centros decisionales y las actividades de mayor valor añadido, transición a una economía donde priman los servicios frente a la industria, precarización y flexibilización de las condiciones salariales, la nueva dimensión del ocio, la producción cultural o las nuevas tecnologías). Incidiendo sobre como se refleja en los mercados de trabajo y su segmentación según genero, raza o identidad étnica.
Investigando también el surgimiento de áreas económicas emergentes, y como se localizan los complejos industriales, los centros logísticos avanzados o como se dan las especializaciones económicas de determinadas áreas metropolitanas. Y el papel que juegan en ello las distintas instituciones, la organización industrial, el cambio tecnológico y la educación.
Cosmópolis nos hablaría de cómo los distintos centros urbanos se han convertido en pequeños fragmentos del mundo, donde convive una diversidad cultural creciente, conformando los espacios culturalmente más heterogéneos que ha conocido la historia. Esta heterogeneidad también se traslada a la economía al mostrar una desigualdad social igualmente diversa, permitiendo ver el primer mundo, segundo y tercero en la misma ciudad.
En este capítulo se presenta también como con el proceso de globalización se ha dado una cierta perdida de soberanía de los Estados-nación, transfiriendo competencias a instituciones supranacionales y lo que resulta más interesante hacia las ciudades. Un proceso que ha dado un nuevo protagonismo a los municipios y su capacidad de iniciativa.
Exópolis plantearía la reestructuración de la morfología, de las formas urbanas desafiando las definiciones convencionales de lo urbano, suburbano y rural, pues la postmetrópolis sería una nueva forma anclada en una escala regional. “La vieja dicotomía campo/ciudad queda reconstituida en la metrópolis moderna alrededor de paisajes o mundos urbanos y suburbanos, cada uno con su característico estilo de vida” (343).
La exópolis también “haría referencia al crecimiento de las ciudades exteriores” (355), donde municipios cercanos a la ciudad central se pueblan densamente, debido al abandono de los centros urbanos, por el precio de la vivienda o a la instalación de la nueva reindustrialización postfordista en los suburbios. Una reurbanización que implica tanto el surgimiento de estructuras policéntricas (diversos polos de atracción, dinamismo y gobierno), como el reconocimiento de diversas formas arquitectónicas y variadas morfologías urbanas en una misma postmetrópolis.
El capítulo La ciudad fractal haría referencia a las nuevas formas de injusticia y marginacion en medio de espacios de alta concentración de riqueza. Una ciudad polarizada en la que según datos de principios de los años 90, en Nueva York y Los Angeles, un quinto de la población con más ingresos concentraba más riqueza que los otros cuatro restantes. Datos similares a ciudades como Karachi o México D.F.
Una polarización que urbanísticamente se ha expresado, entre otros procesos, en que las elites y los profesionales superiores han promovido procesos de “gentrifiación”, sustitución de la población tradicional por población de más ingresos. Acomodando los espacios urbanos sus intereses y estilos de vida, principalmente en las zonas anteriormente desprestigiadas de los centros urbanos. Mostrando como las opresiones económicas “se producen y reproducen hasta un determinado grado a través de los nuevos procesos de urbanización” 396.
Ante este aumento de los procesos de exclusión social se ha extendido lo que Mike Davis denomina como ecología del miedo. Una forma de construir ciudad inspirada en el miedo al otro, lo que ha conllevado la proliferación de viviendas con sistemas de seguridad física y mecanismos arquitéctónicos de control social. Apoyados por una vigilancia policial de los flujos de movimiento, demarcando territorialmente quien dispone de derecho a usar que espacios. Un urbanismo securitario que es analizado en el capítulo El archipiélago carcelario.
En él se evidencian las dinámicas por las cuales los valores y cualidades que caracterizan al espacio público (su valor relacional, su uso colectivo y su multifuncionalidad) se están erosionando, a la par que se expande un retraimiento de la vida a los espacios privados.
En este capítulo se describen también el funcionamiento de los movimientos de propietarios de viviendas, que durante años se han movilizado en defensa de su estilo de vida y por extensión por mantener el valor de sus viviendas, dificultando el asentamiento de minorías en sus barrios, promoviendo un ambientalismo socialmente injusto o reclamando mayor autogobierno. Y al que como contrapunto se le ha ido oponiendo en los últimos años un activismo de base, interclasista e intercultural, que está defendiendo una mayor justicia ambiental y espacial, luchando contra la sobreinstalación de industrias e infraestructuras nocivas en los barrios populares habitados por las minorías. Reivindicando también una mayor participación en los procesos de planeamiento urbano.
Y por último en Simcities estudia la relevancia de los mapas mentales que nos hacemos de las ciudades, cuales son nuestras percepciones y como se generan los imaginarios urbanos. Viendo como las formas en las que pensamos y actuamos en los lugares en que vivimos están condicionadas por los medios de comunicación, Internet o los videojuegos. Llegando incluso se planten estrategias donde se ha “manipulando la conciencia cívica y las imágenes populares del espacio y de la vida urbana con el propósito de mantener el orden”.(452)
El tercer apartado, El espacio habitado: repensar 1992 en Los Angeles, supone un ejercicio de creatividad al acercarse a la revuelta que sacudió dicha ciudad sin escribir ni una línea. Estos capítulos son una suerte de mosaico realizado a partir de la recopilación de fragmentos de libros, relatos breves y entrevistas. Una síntesis coral que permite el acercamiento a uno de los acontecimientos que más ha sacudido a la sociedad norteamericana, sin simplificarlo y mostrando sus múltiples dimensiones a partir de la conexión de diferentes voces que lo han vivido y han reflexionado sobre el mismo.
El celebre urbanista L. Mumford afirmaba en la introducción a un texto suyo, que “este libro comienza con una ciudad que era, simbólicamente un mundo, y concluye con un mundo que se ha vuelto, en muchos aspectos prácticos, una ciudad”. Estudiar esta transición es el difícil reto que ha asumido Postmetrópolis y que considero que ha solventado con éxito.
Las debilidades del libro serían por un lado el hecho de que este muy centrado en la realidad norteamericana, con todas sus particularidades, y eso, junto a la innovación conceptual, que si bien es sugerente puede resultar un poco enrevesada, serían elementos capaces de generar cierta distancia en algunos lectores. Además, por ser quisquillosos, encontramos un obstáculo en el elevado volumen de páginas, y en cómo a pesar de la extensión del libro, se detiene poco en los movimientos sociales urbanos y por la justicia espacial que constituyen uno de sus pasajes más interesantes.
José Luis Fernádez Casadevante, miembro de Ayni S. Coop Mad y colaborador de CIP-Ecosocial, publicó en la revista "Papeles" (http://www.revistapapeles.fuhem.es/) este interesante texto.
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